Yin yoga: la dulce rendición

¿Sabes qué es el Yin Yoga? ¿Conoces sus beneficios? ¿Quieres saber más? Te explico a continuación de qué se trata pero ya sabes, el yoga es una experiencia personal y única, te invito a que lo pruebes y saques tus propias conclusiones.

El Yin yoga es un estilo pasivo y meditativo de yoga donde se practican posturas de suelo de forma relajada que abren el cuerpo y estimulan los tejidos profundos, los tejidos conectivos (fascias, tendones, ligamentos, huesos y articulaciones).

A diferencia de la práctica Yang (como podría ser el Hatha, el Vinyasa, el Ashtanga u otros tipos de yoga activos), el Yin se practica con la musculatura totalmente relajada y de forma lenta. Se mantienen las posturas por largo rato (desde 2 hasta 5-7 minutos) en una dulce rendición hacia la tierra. Ambas energías, Yin/Yang, pasividad/actividad, rendición/acción, frío/calor, luna/sol, femenina/masculina… son necesarias y complementarias. Vivimos en un mundo eminentemente Yang donde la energía del “hacer” se superpone a la Yin, la del “no hacer”. Experimentar el polo opuesto y complementar una práctica con la otra te equilibra.

A nivel físico, la práctica de Yin Yoga nos aporta flexibilidad (estiramos profundamente músculos, articulaciones y tejido fascial), mayor rango de movimiento (en especial, se trabaja la espalda y la cadera) y mejor circulación de la sangre.

A nivel mental, favorece la concentración, la auto-observación, el auto-conocimiento, nos ayuda a relajarnos y vaciarnos de tensiones de forma consciente, así como a sembrar y cosechar actitudes más elevadas, como la paciencia, la aceptación, la ecuanimidad…

Pero también es una práctica que, al acceder de forma lenta y profunda, tiene efectos a nivel energético, nos permite acceder a energías más sutiles. Dicen que en el cuerpo hay más de 72.000 canales energéticos (llamados meridianos o nadis). Y que estas líneas de energía circulan por la fascia, esa especie de malla esponjosa y flexible que recubre todos los huesos, músculos y órganos del cuerpo. Cuando tenemos tensión, producida por estrés o por emociones negativas, ésta se queda atrapada en la fascia, encogiéndola e impidiendo el paso de la energía (el chi o el prana). Al estirar los músculos y la fascia por donde pasan los diferentes meridianos, se estimula, equilibra y desbloquea el recorrido de la energía vital por el cuerpo, ayudando a mejorar el funcionamiento de los órganos internos, desbloqueando las emociones atrapadas y en definitiva, permitiendo que fluya la energía.

Un yoga que estimula el flujo de energía vital, calma el sistema nervioso central después de un largo día de trabajo, nos estira de pies a cabeza, y nos enseña a relajar a nivel profundo, preparando cuerpo y mente para la meditación.

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